Aunque llevamos cinco años con un derecho reconocido a desconectar por completo fuera del horario laboral, aún son muchas las empresas que contactan con los empleados en cualquier momento o que usan la tecnología incurriendo en abusos hacia los trabajadores y en ocasiones, vulnerando flagrantemente sus derechos fundamentales. Es lo que sostiene el profesor de derecho laboral de la Universitat Jaume I, Francisco Trujillo, organizador del II Congreso Internacional sobre los límites a la conectividad permanente en el trabajo, que se ha desarrollado el jueves y el viernes de esta semana.
En una entrevista con Economist & Jurist, Trujillo afirma que se ha observado que no pocas empresas vigilan a los trabajadores sin que estos hayan prestado su consentimiento o que se ha invadido su ámbito de intimidad personal. “Por ejemplo a través de los móviles personales utilizados como herramienta de trabajo. También se les ha sometido a vigilancias en el ámbito privado de su casa para controlar bajas”. El profesor explica que en España el marco regulador es el Estatuto de los Trabajadores, que “obliga al empresario, dentro de su poder de vigilancia, a asegurar el derecho de sus trabajadores. Entre ellos se encuentra el derecho a la desconexión”.
Durante la conversación, en la que hace un buen balance de las dos jornadas, en las que se han desarrollado más de una decena de ponencias, asegura que también hay empresas que hacen buen uso de la tecnología y la utilizan bien para que sus trabajadores tengan un descanso efectivo fuera de la jornada de forma que la digitalización no les afecte su salud ni en su descanso. A tal efecto, algunas compañías han desarrollado protocolos de desconexión digital.
Así, afirma, la tecnología debe ser aliada de la salud mental y salud física del trabajador. La idea es establecer los mecanismos para “conseguir que los derechos fundamentales de las personas trabajadoras como la salud, intimidad, conciliación o el derecho a un trabajo digno no se vean vulnerados por aspectos excesivos de tecnología, de un control y vigilancias abusivas”.
El foro, cuyas ponencias han quedado grabadas, ha tenido un carácter multidisciplinar y se han abordado aspectos de recursos humanos, psicología, protección de datos, videovigilancia o tecnoestrés. Se ha hablado también de Inteligencia Artificial, como “un campo por explorar y desde Comisiones Obreras han explicado que se está tratando de que la IA que se incorpore en los procesos productivos sea consensuada previamente; que no se desarrolle de forma unilateral porque se pueden producir violaciones de derechos”.
La digitalización puede ser una potente aliada para incrementar la productividad, la competitividad y la eficiencia, pero no se pueden obviar los retos que entraña. En este sentido se ha mencionado la propuesta de Directiva que existe en el ámbito comunitario, que contempla la desconexión digital vinculada a una mejora de la salud mental del trabajador, y se ha señalado alguno de los retos más inmediatos como el uso del algoritmo, que puede despedir o contratar y que no está exento de sesgos. “Tenemos que ser conscientes de que tenemos derechos digitales; aunque llevemos cinco años con derecho a la desconexión digital, hay quien parece que aún no lo tiene del todo claro”, concluye Trujillo.