El 14 de octubre de 2001 era domingo y, en un plan preconcebido, Manuel Brito Navarro, de 35 años, que está en el Centro Penitenciario de Ponent de Lérida desde 1996 cumpliendo condena por robo y homicidio se auto-traumatiza uno de sus antebrazos, lo que precisa examen radiológico.
Los Mozos de Escuadra lo conducen al Hospital Universitario Arnau de Vilanova, a pocos kilómetros de la prisión y lo custodian. Francisco Javier Picatoste Arnaldo, un año más joven que Brito, también cumple condena por robo, pero casi la tiene totalmente cumplida y disfruta de permisos de salida autorizados por el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria.
Brito le había ayudado a superar una depresión; está agradecido y hacen planes para cuando juntos estén fuera de la prisión. Brito con el brazo ya enyesado, los Mozos lo sacan del Hospital y cuando intentan introducirlo en el coche policial aparece Picatoste, que está de permiso dominical y les dispara; uno de los dos Mozos estaba en prácticas y queda parapléjico, el otro tiene alojada una bala en la columna vertebral. Los delincuentes les hurtan las armas y el vehículo, que abandonan en la misma capital leridana, en la zona de Magraners. Continúan la huida a pie. Duermen poco de día, andan de noche.
Las batidas de Policía Nacional, Guardia Civil y Mozos de Escuadra no dan resultado. Brito y Picatoste han recorrido más de 150 kilómetros, se habían montado un servicio de avituallamiento –comida y móviles con batería de repuesto-, y entran andando en la ciudad de Barcelona por la Sierra de Collserola, y en la cima, en una explanada junto al “Forat del vent”, encuentran un coche, motor en marcha y una pareja en los asientos posteriores, Picatoste, intenta abrir la puerta del conductor, este pasa a su asiento con inción de huir, Brito descarga contra él todo su cargador. Picatoste aparta el conductor ya asesinado y sale del arcén. Brito en el asiento posterior sujeta a la chica en pleno shock.
Una de las balas perforó el radiador, el motor se para, pero siguen bastantes metros mientras la pendiente de la carretera les permite circular y cuando el coche se para, Brito y la chica bajan del coche, se alejan unos metros, para atarla a un árbol y ganar tiempo para seguir la huida, pero la chica sufre una agresión sexual, aunque Brito siempre lo ha negado, pero Picatoste, decide que no le conviene seguir su relación con Brito. La huida les dura un mes. Un equipo de más de cien policías trabajan el tema y el 16 de noviembre, un grupo doce Mozos del Grupo Especial de Intervención los sorprende cerca del Tibidabo sin darles ocasión de usar las armas.
La Audiencia de Barcelona los condenó por tres asesinatos, uno consumado, dos intentado, detención ilegal y a Brito además por agresión sexual. También condenaron a tres de los que les ayudaron durante la huida. El Tribunal Supremo en 2007 añadió que la Generalitat catalán debía de indemnizar a las victimas ante la insolvencia de los condenados.
Brito cumple la condena de 76 años en el Centro Penitenciario Brians 2 y Picatoste condenado a 63 años murió en prisión en 2020.
Sucede el trágico caso de Brito y Picatoste: una huida policial de un mes (economistjurist.es)